martes, 19 de enero de 2010

Melodrama historia




El vodevil y el melodrama en el cine primitivo
Fco Javier Ruiz del Olmo
Profesor Titular. Universidad de Málaga.

En su sentido original el melodrama (del griego, canción y del francés drama, drame) no era mas que una o varias declamaciones acompañadas de música, de forma que incluso durante el siglo XVI era sinónimo de ópera. Construido como género popular en el siglo XVIII y constituido asimismo por múltiples elementos (como el teatro de los romances góticos) poseía de una gran eficacia teatral, de personajes planos y grandilocuentes, pero reconocibles por el público instantáneamente en cuanto a su psicología, comportamiento y función social, y a los que se amaba u odiaba de forma extrema.

La música subrayaba de forma redundante y expresiva las escenas en las que el público pre cinematográfico participaba con gran algarabía. El cine de los inicios, participaba de forma idéntica en estos rituales, que contaban además con música al tiempo que la reproducción de la cinta, letreros y encartes y narradores para enervar y hacer copartícipes a los espectadores. Tanto en el vodevil como en el melodrama el espacio de representación resultaba mas bien plano o bidimensional, podía contextualizar al personaje o a las farsas representadas, pero raramente se les atribuía papel dramático propio. De la misma forma, y desde el punto de vista espacial, las películas de los primeros años muy planas, esto es, renuncian a reproducir profundidad espacial. En general carecen por tanto de perspectiva y profundidad, debido tanto por las limitaciones ópticas de las primeras cámaras o dispositivos cinematográficos, como por el propio entramado escénico de los primeros estudios, que siguen normas de los citados teatros populares que privilegian a la sucesión de incidentes mas que a la decoración o la iluminación plenamente narrativas y dramáticas.

Por ejemplo, tras la acción simplemente se coloca un fondo y se distribuye el mobiliario, meramente decorativo, y se ilumina simplemente con la intensidad necesaria para que el registro cinematográfico sea aceptablemente visible. Por ejemplo en la cinta Histoire d’un crime (Ferdinand Zecca, 1901) es constatable esa falta de profundidad dramática de los decorados, así como el montaje primitivo a partir de cinco escenas. Cada una de ellas funciona de forma autónoma, autárquica y su relación espacial y temporal es débil. Pese a ello, es interesante destacar que, en ese cine primitivo, y también de forma similar a lo que sucedía en los espectáculos populares vodevilescos, los actores se encaran hacia un fuera de campo, como en el espacio teatral, y a menudo se dirigen al espectador con el que interactúan, solicitando su opinión o su aprobación.

Recordemos por ejemplo esta técnica en Un homme de tête (1898) de Méliès, o incluso el plano en que el bandido dispara al espectador en The Great Train Robbery (1903) de Porter. Estas intervenciones tenían lugar en el proscenio teatral e, incluido en el espectáculo cinematográfico, resulta un lejano antecedente del espacio fuera de campo del cine narrativo. Películas como The Miller and the Sweep de G. A. Smith (1897) o Stop Thief! deJ. Williamson (1901) incluían también el espacio fuera de campo en ese cine primitivo. En consonancia con la escasa verosimilitud y realismo de las primeras cintas de cine y de su espíritu burlón, alegórico y juguetón, el proscenio era usado a menudo de forma no representativa; para Burch, el cine primitivo fue definido a menudo por carencias narrativas, realistas, y en definitiva de carencias de verosimilitud (Burch, 1995: 142).Los tiempos de la representación teatral y cinematográfica fueron inicialmente muy diferentes, mas por motivos técnicos del dispositivo cinematográfico que por diferencias profundas en la estructura narrativa; fueron convergiendo paulatinamente, sobre todo a partir de mediados de la década de los diez del pasado siglo.